Barcelona, finales del siglo XX. Óscar Drai recuerda una historia de amor que le atormenta y le persigue desde hace quince años. Él era un joven de apenas quince años que vivía en un internado, y que un día la curiosidad lleva hasta el interior de una vieja mansión que él considera abandonado por su apariencia. En su interior conoce a un pintor triste por la muerte de su mujer y a su enigmática y bella hija Marina, una joven de la misma edad de Óscar.
La joven va poco a poco ocupando sus pensamientos, vivencias y experiencias, y llena su vida de misterio. La historia de amor que vive Óscar está rodeada de temores y oscuros secretos, que le llevarán en tan solo unos meses a tener una cantidad de vivencias tan intensas que le acompañarán durante toda su existencia, aunque él pretenda huir de la mayoría de ellas.
De hecho el autor asegura que en una de esas vivencias que cuenta durante una semana entera, siete días y siete noches, nadie supo dónde estaba, desapareció del mundo como él mismo explica. Todo el mundo le buscó, hasta la policía. Pasada una semana, lo encontraron deambulando por una estación de tren como un alma en pena. Le preguntaron durante un mes, durante el cual dio muchas y muy diferentes versiones de dónde había estado y lo que había sucedido. Tras años ocultando la verdad, Óscar considera que ha llegado el momento de contarla, sobre todo porque le atormenta lo que ocurrió, por eso como si se tratase de un amigo o se lo contase a todo aquel que le quiera escuchar, el ya no tan joven Óscar Drai nos cuenta cómo conoció a Marina, lo que vivió con ella y el trágico final al que le llevó el desenlace de su historia.
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